Tuesday, April 14, 2009

Plácido Domingo celebra este año sus bodas de oro con la escena profesional



''Oficialmente'' nació en 1941 --a decir verdad muy pocos saben su verdadera edad--. Si a sus confesos sesenta y ocho años canta como lo hizo este último 15 de marzo, ya es hora de que cuente cuántos tiene o en su defecto, cuál es su secreto de permanencia y juventud. Sería el momento indicado para que la admiración, parafraseando al Scrabble, ''duplique puntos palabra'' pues da sobrados motivos para confirmarlo ''Superplácido'', el Superman de la ópera.
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Lo que sí se sabe, es que Plácido Domingo celebró esta temporada cuarenta años con el Metropolitan Opera y que la fiesta fue a lo grande, como parte de la gala 125 aniversario del teatro. Allí cantó escenas de tres personajes ineludiblemente unidos al tenor: Dick Johnson (La fanciulla del West), Parsifal y Otello más un adelanto de Simón Boccanegra, papel para barítono --registro con el que debutó profesionalmente en 1959-- que cantará en la temporada próxima.
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Cuarenta y cinco personajes y la friolera de 760 representaciones con la compañía, incluyendo las realizadas como director de orquesta, quince tapas de la revista Opera News (la publicación de la entidad) y más inauguraciones de temporada que el mismísimo Enrico Caruso, dan cuenta de una relación única con la casa de ópera neoyorkina donde hizo un consagratorio debut en 1968 reemplazando a Franco Corelli junto a la mítica Renata Tebaldi en Adriana Lecouvreur.
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Aquella noche está marcada por una risueña anécdota. El director del Met llamó al joven tenor convocándolo a un precipitado debut: ''Apróntese, Corelli está enfermo y canceló''. Mientras presuroso vocalizaba a todo pulmón en su automóvil, al detenerse en un semáforo vio que desde otro se le reían. ''¿Adonde van?'', preguntó. ''Al MET a oír a Corelli''. ''Entonces, será mejor que no se rían tanto, porque me van a oír a mí'' les respondió acelerando raudo por la avenida hacia el teatro.

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Poco queda por contar que no se sepa del madrileño criado en México y formado en la sana tradición de la zarzuela que cantaban sus padres (quienes por su amor a la canción Granada lo apodaron ''El Granado'') y en el conservatorio mexicano (donde incluso estudió dirección orquestal con Igor Markevich) y, a la postre, el más versátil e importante de su cuerda desde Caruso, Melchior y Gigli, por citar sólo tres referentes.

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Con 125 papeles en su haber, en Domingo se conjuga la tradición europea con la americana ejemplificando al cantante de ópera moderno, ambicioso, dinámico y responsable, capaz de cantar en varios idiomas y de actuar con una convicción que despierta la envidia de grandes actores; sin ir mas lejos, el famoso comentario de Sir Lawrence Olivier al presenciar su Otello: ``¡Lo actúa mejor que yo y además, lo canta!''.

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De barítono a tenor lírico, de lírico a dramático, dio cada paso con osadía y al mismo tiempo singular cautela. Cuando en 1975 incorporó a su repertorio Otello, el más temido de los roles italianos, la Tebaldi profetizó: ''En diez años no cantará más''. Se equivocaba, Plácido cantó el moro de Venecia casi por tres décadas siendo un Otello de referencia para el cual no se vislumbra reemplazo. Otra prueba de que con él, los números ``no dan''.

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